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¡Vencer a la muerte y volver a ser joven!

  • Photo du rédacteur: Lobo Guerrero
    Lobo Guerrero
  • 8 févr. 2022
  • 2 min de lecture

Dernière mise à jour : 15 mars 2022

La muerte le pisaba los talones. Estaba sumergido en el alcoholismo, padecía de diarrea con sangre, deshidratación aguda y disentería. Sabía que no iba a durar pero lo embriagaba el deseo de seguir viviendo como siempre lo había hecho, venciendo a la pobreza y a la muerte, fuera como obrero en las minas, contrabandista, policía portuario o buscador de oro. Aunque el médico y su razón le decían que esta vez era imposible, decidió vencerla de nuevo, como lo hizo mucho tiempo atrás, cuando su primer cuento fue aceptado y lo salvo de las garras del suicidio. No en vano lo llamó Las Mil Muertes. Al igual que era su costumbre, luchó con todas sus fuerzas de su cuerpo, de su alma y entregó lo que le quedaba de vida. En sus textos se despidió del viento tibio que empujaba su embarcación, evocó los viajes junto a su pareja, en un barco construido por él mismo; cojeando y escupiendo sangre, una vez más trepó a lo alto del mástil de su memoria: desde allí contempló el océano, escuchó el batir de las olas, su olor a sal y el agua salpicó su rostro; observó la esfera inmensa del sol acercase al horizonte, teñir el cielo de rojo y dar paso a millones de puntos de luz que se fundieron con su reflejo sobre el agua. London rememoró con fuerza sus tiempos de juventud y de erranza, volvió a ver, como si estuviera ahí, los visos de la aurora boreal mientras los perros halaban su trineo a través de la soledad tétrica y helada del Gran Norte. Somos muchos los que, al leer sus palabras, nos estremecemos con él: nos imaginamos bebiendo whisky con los contrabandistas en un bar sucio del puerto de San Francisco; nuestros labios se impregnan del sabor del mar, los rayos del sol calientan nuestra piel y vemos sus reflejos bailar en el agua; llevados por su pluma, corremos entre bosques cubiertos de nieve, temblamos de frío y sentimos el aliento de los lobos que nos persiguen. Y así brotan sus aventuras de entre las hojas, proyectándose a través de la pantalla del computador, como prueba de que los sueños pueden superar la muerte. Hay quienes afirman que se suicidó, otros leen sus obras y vuelven a sentirse jóvenes: la fuerza recorre sus venas y los asaltan las ganas de vivir, como le ocurrió a Jack London cuando la vio acercarse.

 
 
 

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