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Entre angustia y emoción, te encontré junto al pirata Silver

  • Photo du rédacteur: Lobo Guerrero
    Lobo Guerrero
  • 23 juil. 2024
  • 2 min de lecture

Dernière mise à jour : 5 avr.

Salí a buscar un buen libro de aventuras. Prisioneros que se evaden en un globo y naufragan en una isla desierta, marinos negros, robustos y llenos de tatuajes que luchan por la vida atrapados por sus redes a una ballena blanca, caminantes perdidos en el desierto que llegan a un abismo que no parece tener fondo o cualquier otro que me hablara de aventuras detrás de las que correr, caminos por los que valiera la pena luchar. Escogí el famoso relato de este muchacho, Jim, hijo de la administradora de un hostal, que se va por medio mundo en un galeón, para buscar un tesoro. Sí, La isla del tesoro, de Stevenson. Libro que en otras ocasiones me había hecho perder el sentido de la realidad con sus intrigas y sus combates entre cojos y tuertos. Lo llevé a un café, pero no logré concentrarme. Detrás de mí, dos personas discutían.

— ¿Para partir de gira? ¡Es posible que te olvides de él en menos de un año! —la voz era fuerte pero cansada, expresaba la fatiga de quien ha pasado su vida trabajando.

— ¿Y si usas el préstamo para pagarme el trombón? Te prometo que seré la mejor… —la segunda persona, joven, expresaba una mezcla de ilusión y de disgusto.

Traté de retomar mi lectura.

— ¿Sabes cuántos jóvenes quisieran ir a la universidad?

Siguió un silencio pesado. Al fin, la voz joven se hizo sentir:

— Y tú, ¿sabes cuántos abandonan porque escogieron una carrera que nos les gusta?

La muchacha pasó junto a mi silla. Esbelta, sus cabellos lisos y castaños caían casi hasta la cintura. Hizo un gesto de desaprobación.

Al verla pensé: ¡Aprovecha! ¡la oportunidad es única!

La seguía el padre, con la barriga insípida de la vida de oficina y la calva más allá de la frente, pero no los costados. “Y qué puedo hacer?” parecía decir con la mirada.

Cuando salieron, me quedé mirando el plano del tesoro y el barco pirata de la portada. Me debatía entre la emoción y la angustia, como cada vez que un amigo se lanza en un proyecto improbable. ¡Merece apoyo!, pensé, y se me vinieron a la mente todas las cosas que podrían salir mal. ¡Sentí como si los conociera desde siempre! ¡Una vida de emoción! ¡Suerte a quienes buscan su camino! ¡y a quienes los ayudan!

 
 
 

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